El testimonio sigue siendo la prueba más débil tanto del proceso penal, como de los demás procesos de conocimiento y búsqueda de la verdad. Ello, debido que la memoria no es una máquina perfecta, de allí la necesidad de acceder a conocimientos de la psicología para evaluar correctamente a un testigo y evitar caer en decisiones erróneas. Paradójicamente, debemos estar más atentos con el testigo que cree decir la verdad, que con aquel que miente. Para ello, les comparto este excelente artículo de Francisco J. Ferrer Arroyo y María Cecilia Dieuzeide sobre “Psicología del Testimonio: Los siete pecados de la memoria en testigos y víctimas”.
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2018/09/doctrina47010.pdf